miércoles, 5 de diciembre de 2007

El primer trabajo

Cuando terminé la U (me refiero a defender la tesis y tener los trámites para obtener el certificado de título medianamente avanzados), me pasaba la mayor parte del tiempo en el laboratorio de computación de la facultad. Ahí compartía con mis compañeros que estaban esperando la fecha para defender su tesis, o tenían algún ramo pendiente y aprovechaban Internet para avanzar.
Un día, que parecía ser como cualquier otro, entró al laboratorio una compañera anunciando que renunciaría a su trabajo en el canal de la U. Yo, que hace tiempo no conversaba con ella, no le puse mucha atención, pero la Vivi y la Karin, que estaban ahí en ese momento, le hicieron varias preguntas.
Una vez que se fue, recuerdo claramente a la Vivi diciéndome “Isa, esa pega es para ti. Tienes que mandar tus papeles”. Debo reconocer que la idea no me volvió loca, tampoco me dio lo mismo. Era un trabajo, yo estaba recién titulada y no perdía nada con intentarlo, así que fui donde la Tía Gloria y le pregunté si sabía a quién debía escribirle la cartita vendedora.
Ese día llegué a mi casa, y con ayuda de mi padre redactamos una breve y profesional carta de presentación. La adjunté a mi currículum y me acosté a dormir.
Al día siguiente (jueves, nunca lo olvidaré), me levanté tarde, almorcé y me fui a la U. Sin muchas ganas, me dirigí a TVU a dejar mis papeles.
Cuando entré me encontré con un hall, y en el fondo, una “oficina” que a mis ojos era una pecera llena de humanos, amontonados en unas pocas sillas, frente a sus computadores. Entre ellos estaba mi compañera.
Le hice un gesto y le dije que iba a pedir trabajo. “Mira, no sé si quieren periodista, porque yo trabajaba como productora, pero habla con la Victoria y veamos que pasa”.
Victoria estaba en un escritorio dentro de la misma pecera. Me acerqué y le expliqué que recientemente me había titulado y quería trabajar. “Para que te voy a mentir, en estos momentos es difícil que vayamos a contratar a periodistas, pero déjame tus papeles y si sale algo, te aviso”. “Pero yo no vengo sólo a ofrecerme como periodista, en realidad me interesa más el área de producción”, le contesté inocentemente. Sonrío y me dijo, “Déjame tus papeles, y cualquier cosa te llamamos”.
Para que explicar el ánimo con el que me fui. Ese día, como era costumbre, me pasó a buscar mi padre y me preguntó cómo me había ido. “No creo que me dejen, después de todo, no tengo experiencia”, fue mi respuesta. “No pierdas las esperanzas hija, eres buena persona y vas a ser buena profesional… Si resulta, bien, si no, ellos se lo pierden”.
El sábado de esa misma semana estaba conociendo el nuevo departamento de una amiga. Mientras ponía la mesa, acompañada de su mamá, recibí “la llamada millonaria”. Mi compañera me llamaba para avisarme que, considerando que en mi carta estaba mi ofrecimiento a trabajar como periodista o productora, me citaban a una entrevista para el día lunes. Feliz les conté a mi amiga y su madre, y tomé el teléfono y llamé a mi familia.
El día lunes, vestida con un jeans y una polerita, fui a mi súper entrevista… En menos de 5 minutos se me avisó que partiría al día siguiente, a las 9 de la mañana, como productora de noticias de prensa. Salí de ahí, llamé a mi padre y le di la buena nueva.
Al día siguiente entré a TVU y, me senté en un computador a leer las noticias. Cuando llegaron todos los periodistas me presentaron y comenzó el juego… Cómo terminó el juego, se los contaré en otra oportunidad.

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