domingo, 12 de agosto de 2007

Bendita amistad


Hoy descubrí que tengo un placer culpable que me hace cantar a gritos y saltar como loca: “Maldito amor” de las Supernova. No puedo evitarlo, y lo peor es que a mis 28 años, no me avergüenzo, porque los recuerdos que me trae esa canción son espectaculares.
El año 2001 fuimos con un grupo enorme a pasar las vacaciones de verano en Quinteros. Un viaje que puedo asegurar es inolvidable para todos los que estábamos ahí, porque fue la primera vez que peleamos de tal manera, que en el viaje de vuelta, que fue dos días después, muchos todavía no nos hablábamos.
No recuerdo bien los detalles de ese día, y no son relevantes para lo que quiero contar aquí, pero si me acuerdo claramente que estábamos preparando un ponche para calentar motores antes de salir durante la noche.
Tras una extraña discusión entre hombres y mujeres, nosotras decidimos encerrarnos en la pieza que compartíamos. Un grupo de amigas conversando no nota como pasa el tiempo. Y eso fue lo que nos ocurrió a nosotras. En un momento, Simón, el dueño de casa, llegó a despedirse anunciando que ellos iban a salir y que volvían en seguida. Perfecto dijimos nosotras, después nos arreglamos y salimos.
La espera fue larga, pero de ninguna manera latera. Entre el enojo porque los malditos hombres se habían ido dejándonos encerradas, recordamos que estaba el ponche y había cositas para picar, así que pusimos manos a la obra.
El efecto del ponche fue inmediato. Especialmente en mí y en la Mariela. Y, como las locas, nos pusimos a bailar y cantar todas las canciones que sonaban por la radio. De pronto, comenzaron los primeros sonidos de “Ella”. Con la Mariela nos miramos, tomamos otro trago de ponche, nos reímos y empezó nuestro concierto.
Las cabras chicas gritonas no eran nada comparado con nosotras. Especialmente cuando llegábamos al coro “Maldito amor, no digas que no sientes nada. Maldita amiga, no vuelvas a hablarme de el…” Los saltos eran cada vez más dispares, y los gritos cada vez más fuertes. Era tanto lo borrachas que estábamos, que sabíamos que nos veíamos ridículas, pero eso, en lugar de avergonzarnos, nos daba risa y nos impulsaba a “cantar” más fuerte aún. Estábamos totalmente posesionadas de nuestros roles de chicas supernova. Imitábamos las caras, las voces, las poses y todo. Por ese día, fuimos supernova. Y nuestras amigas fueron nuestras victimas.
Seis años después, no puedo evitar cantar esa canción y sonreír cada vez que la escucho. Es parte de mi banda sonora. Esa canción me enseñó que la amistad lo supera todo y que no hay nada mejor que buena compañía, buena música y una buena borrachera, para convertir una noche de enojo en la mejor de las fiestas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

recuerdo muy bien ese día......tienes razón que es imposible escuchar esa canción sin esbozar una sonrisa......esa historia forma parte de mis recuerdos mas preciados, asi como para ti lo es.......................
Mariela......la otra protagonista de la historia.

pd:creo que mención aparte merece lo que pasó despues de todo el show....lo recuerdad???....ajajajajajaja

Unknown dijo...

Mish, las historias que se van ventilando con el tiempo, nada de raro viniendo de mi amiga vaga, jaja, imagino que no fue la única vez que les ocurrió algo así, jijiji, y yo que te tenía en el podío como la amiga correcta, la consejera eterna, veo que también tienes tus historias de guerra, jajaja.

En fin, nada que un buen amigo no comparta con otro, creo que todos tenemos una historia de ese tipo, aunque obviamente en otros escenarios.

Un abrazo, un beso y bienvenida de vuelta al mundo laboral tras sus mini-vacaciones.

Franco