domingo, 4 de noviembre de 2007

Buscando el final feliz

Hoy, después de reírme de las tonteras de la película “Colorín Colorado”, me puse a pensar en todos esos años en los que soñaba con que mi príncipe encantado llegara, montado en un blanco corcel, a rescatarme de mi vida y transformarme en una princesa que viviría feliz para siempre.
Fueron muchos los amigos que me decían “Isa, los príncipes no existen”, incluso mi padre muchas veces me dijo “Así como todas las mujeres son brujas disfrazadas de princesas, los hombres son sapos disfrazados de príncipes”. Sin embargo, quizás de soñadora, o simplemente de optimista, siempre tuve la esperanza de que apareciera un hombre en mi vida que me haría sentir una princesa.
Hubo varios factores que influyeron en que yo mantuviera ese sueño intocable. Miles de canciones románticas, novelas con finales felices y películas ultra románticas, que me hacían soñar despierta con la declaración de amor perfecta y con el beso más romántico de la historia. Películas como “Cenicienta por siempre” o “Alguien como tú”, en las que las protagonistas, después de sufrir fuertes desilusiones, encontraban el hombre de sus vidas, no servían para que mi mente pusiera los pies en la tierra.
Incluso tuve fuertes discusiones con amigos, que me decían que yo estaba sola porque era demasiado exigente y esperaba al hombre perfecto. Pero la verdad es que eso no era cierto y yo me justificaba diciendo que no era exigente, era detallista, que es muy distinto. Y eso lo mantengo hasta el día de hoy.
En la película, a pesar de ser de monos animados, hay varias escenas en que la protagonista me hizo sonreír, porque sentí que en cierta época, las cosas que ella pensaba, eran las que yo pensaba.
“Ella” (por Cinderella) estaba profundamente enamorada del “Príncipe”, con quien nunca ha hablado, y cree ciegamente que el único capaz de solucionar todos los problemas que ocurren en el reino de los cuentos de hadas, una vez que el Mago a cargo de mantener equilibrada la balanza del bien y el mal decide tomar vacaciones, es él.
Y es ahí cuando aparece “Rick”, el lustrabotas del Príncipe, quien, además de ser el mejor amigo de Ella, esta enamorado de ella y no entiende cómo se puede fijar en alguien tan tonto e inútil como el Príncipe.
La historia cuenta las miles de aventuras que les ocurren a Ella y Rick (junto a Mambo y Punk, los asistentes del mago, y los demás personajes de los cuentos de hadas) mientras buscan al Príncipe, para que los salve de la malvada madrastra que se ha tomado el poder.
Y es ahí cuando Ella reacciona y se da cuenta de que su verdadero príncipe no es el rubio de ojos azules que cabalga en su corcel blanco, sino el simple lustrabotas que está siempre ahí para ayudarla.
Eso mismo me pasó a mi. Después de esperar durante años al Príncipe, me di cuenta de que el hombre que realmente me haría feliz no sería el más llamativo ni galante, sino aquel que siempre estuviera a mi lado cuando lo necesitara, el que me diría exactamente lo que necesitaba escuchar y q me escuchara cuando necesitara desahogarme, en resumen, el que con detalles más que con grandes hazañas me hiciera sentir una princesa.
Y, tras conocer a algunos sapos disfrazados de príncipes, finalmente apareció MI príncipe, el que con sus detalles me hace reír y disfrutar de las cosas pequeñas de la vida, y con el que vamos escribiendo nuestro propio cuento de hadas con final feliz.

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